viernes, 20 de marzo de 2009

Un nuevo régimen, una nueva corriente, una nueva imagen

En los primeros gobiernos posteriores a la Revolución mexicana, Hermosillo se encontró en un lapso de estancamiento en cuanto a su crecimiento como ciudad. En el año de 1929 encontramos algunos eventos que permitieron un paso más en la urbanización de esta capital.

En dicho año llega a la gubernatura de Sonora Rodolfo Elías Calles, recibiendo el poder de un estado que en particular sintió los efectos de la crisis, que precisamente en ese año arrasó la economía del vecino país, pues implicó el regreso de los sonorenses despedidos de sus empleos en el extranjero y crisis en las ciudades mineras.

Debido a que no se tenía previamente un plan estratégico para la transformación de la imagen urbana de Hermosillo, se realizaron remodelaciones sobre obras de épocas anteriores y aunque fueron escasas, hubo obras nuevas como la “Casa del Pueblo” que era sede del Partido Nacional Revolucionario.

Con el callismo llegó también a Hermosillo la corriente arquitectónica Art deco, siendo perceptible en edificaciones como el monumento a Jesús García, remodelación Palacio Federal -que se convirtió en Oficinas Federales-, recurrencia y el uso de la arquitectura con fines propagandísticos o políticos, esto se podía observar en la ubicación de las obras.

De este sexenio destacó su carácter segregacionista, al impulsar el desalojo de las comunidades yaquis, pretextando su requerimiento como área industrial; a principios de la década de 1930, este grupo indígena fue desalojado de su asentamiento, por parte de la administración municipal, por carecer de títulos de posesión; es entonces cuando el grupo yaqui creó el barrio El Coloso.

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